EL MINIDEPORTE COMO PROCESO FORMATIVO

EL MINIDEPORTE COMO PROCESO FORMATIVO

Concepto del minideporte:

El proceso formativo del minideporte se organiza en cuatro períodos clave, cada uno con objetivos específicos:

  • El período del desarrollo de los factores coordinativos fundamentales (6-12 años): Durante esta etapa, se enfoca en el desarrollo de habilidades coordinativas básicas. Los niños se introducen en el mundo del deporte y la motricidad.
  • El período de la preparación deportiva de base (12-16 años): En este período, se amplía la formación deportiva, centrándose en la preparación física general y específica. Se buscan habilidades más avanzadas y se sientan las bases para disciplinas específicas.
  • El período del perfeccionamiento deportivo (16 -28 años): Se orienta hacia el perfeccionamiento técnico y táctico en una disciplina deportiva particular. Los atletas desarrollan habilidades especializadas y trabajan en el rendimiento óptimo.
  • El período de la longevidad deportiva (+ 28 años): Después de la fase de perfeccionamiento, se aborda la longevidad deportiva, donde se prioriza el mantenimiento de la salud, la adaptación a cambios físicos y la participación continuada en actividades físicas.

Es crucial señalar que antes de los 6 años, el desarrollo del motor generalmente se lleva a cabo en el ámbito familiar. El enfoque principal en este análisis se centra en el primer período (6-12 años), que aborda la problemática del desarrollo motor en niños, el objetivo principal de este trabajo.

El Minideporte es una actividad lúdica, que tomando como base los principales conceptos del deporte de referencia, es utilizada como medio para el desarrollo integral del niño.

El enfoque del Minideporte, cuando se considera como un camino hacia el deporte, puede ser criticado desde una perspectiva pedagógica. La crítica radica en que invertir el objetivo del proceso educativo, subordinando al niño al deporte en lugar de adaptar el deporte al niño, podría ser un planteamiento erróneo. La premisa fundamental es que el niño debe ser el centro y la razón del proceso educativo.

La propuesta de utilizar el juego como medio de formación surge de la voluntad de ajustar la educación a la naturaleza del niño, en lugar de forzar al niño a adaptarse a las demandas del juego. Si se parte del deporte como punto de partida para enseñar a los niños, existe el riesgo de sustituir la enseñanza de la Educación Física por una actividad deportiva. Esto a menudo se traduce en la simplificación de aspectos reglamentarios, como la duración, las dimensiones del terreno, el tamaño y peso de los elementos, el número de jugadores, etc. Además, se puede fomentar de manera problemática la obsesión por ganar, lo cual podría ser considerado como un aspecto negativo desde el punto de vista educativo.

Los Minideportes se configuran como estructuras pedagógicas que, al aprovechar los requisitos psicomotores y coordinativos fundamentales de los deportes formales, contribuyen al desarrollo motor de la niñez.

Su valor no reside tanto en su expresión competitiva, facilidad de práctica o adecuación de materiales, sino en su capacidad para solicitar respuestas motrices adaptadas a las capacidades coordinativas de cada edad, así como en la calidad del proceso didáctico de enseñanza.

Es importante destacar que el Minideporte se encuentra dentro de una organización curricular más amplia, que abarca una preparación general y especial, tanto anterior como posterior a su implementación. En este contexto, el juego, especialmente los juegos menores, desempeña un papel significativo. Los juegos menores ofrecen constantemente situaciones de opción y elección, lo que pone de manifiesto el concepto de movimiento como un fenómeno de adaptación.

El proceso de aprendizaje técnico-táctico a través de los juegos menores se considera el paso previo al desarrollo de los Minideportes, y la transición entre ambos debe ser casi imperceptible. De esta manera, se busca una continuidad coherente en el proceso educativo, facilitando la progresión de los niños en su desarrollo motor y deportivo.

Desde una perspectiva pedagógica, el Minideporte debe considerar los siguientes aspectos:

  1. Estadios evolutivos del niño: Se deben tener en cuenta las distintas etapas del desarrollo evolutivo del niño para adaptar de manera adecuada las actividades y los desafíos a sus capacidades en cada fase.
  2. Aplicación de métodos activos: Se debe emplear un enfoque metodológico inductivo-deductivo que fomente la participación activa del niño en su propio proceso de aprendizaje.
  3. Enfoque multilateral: El Minideporte debe ser concebido como un formador de una amplia gama de funciones sensorio motoras diversas, evitando limitar el desarrollo de sectores significativos de la motricidad.
  4. Priorización de aspectos invisibles del movimiento: Se debe dar prioridad al desarrollo de aspectos invisibles del movimiento, como la percepción, el análisis y la elaboración motora, sobre los aspectos de ejecución, como las manifestaciones energéticas y biomecánicas.

La afirmación de que el problema técnico-táctico es la expresión jerárquicamente más elevada de la motricidad humana implica la necesidad de estudiar los contenidos del período más intenso del desarrollo ontogenético de los factores coordinativos fundamentales. Esto implica basarse en las características específicas de la problemática del esquema corporal, el conocimiento del tiempo y del espacio, así como la relación con los elementos y con otros individuos (compañeros y rivales) en cada etapa de desarrollo.

Objetivos:

De 6 a 9 años:

  • Conocimiento y dominio del espacio: Desarrollar la comprensión del entorno y la capacidad de moverse con destreza en diferentes direcciones.
  • Distancias y tiempo: Aprender a estimar y medir distancias, así como comprender conceptos temporales básicos.
  • Relaciones con compañeros: Fomentar la interacción positiva con otros niños, promoviendo la colaboración y el trabajo en equipo.
  • Esquema corporal: Reconocer y controlar las diferentes partes del cuerpo, desarrollando conciencia sobre su propio cuerpo.
  • Habilidades motrices básicas: Mejorar la coordinación y habilidades motoras fundamentales.
  • Introducción al elemento «balón»: Comenzar a familiarizarse con el balón, explorando diferentes partes del cuerpo y técnicas de movimiento para su manipulación.
  • Método de enseñanza: Emplear tareas y juegos que involucren la interacción con el balón, fomentando la colaboración entre compañeros.

De 9 a 12 años:

  • Determinación y manejo de distancias: Mejorar la capacidad para evaluar y manejar distancias de manera más precisa.
  • Utilización y división del espacio y tiempo: Desarrollar habilidades más avanzadas en la comprensión y uso del espacio y el tiempo.
  • Relaciones más complejas: Aumentar la complejidad en las interacciones con compañeros y oponentes, especialmente a través del uso del balón.
  • Control y dominio de la motricidad en situaciones variables: Desarrollar la capacidad de adaptarse y responder eficazmente a situaciones cambiantes.
  • Método de enseñanza: Incorporar Minideportes como método, brindando experiencias deportivas adaptadas a su nivel de desarrollo, que incluyen el elemento «balón» y promueven habilidades tácticas y técnicas más avanzadas.

Ejemplos: 

  • Voleibol: prioridades de aprendizaje (acorde con las características de la especialidad deportiva)
  • Reconocimiento y ocupación del espacio
  • Control del ritmo propio, del compañero y del oponente
  • Contactos con el balón: pasar y recibir, rechazar, botar y golpear
  • Generar e interceptar trayectorias de balón con diferentes técnicas de golpeo.
  • Calcular el punto de caída del balón, diferentes tipos de desplazamientos
  • Relación con el compañero, pases y acomodaciones
  • Correr, stop, giros y saltos
  • Visión frontal y periférica
  • Extremos distales, ambidestría y cinestesia
  • Sensibilización propioceptiva.

Articulo inspirado en autor Luis F. Muchaga

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