EL MINIVOLEY Y LA FORMACIÓN

EL DESARROLLO DE LA MOTRICIDAD DEL NIÑO

EL MINIVOLEY Y LA FORMACIÓN

Para poder adaptar cuantitativa y cualitativamente la actividad motriz al niño, es necesario conocer ocurre el desarrollo de la motricidad en las primeras etapas de la vida.

Para adaptar de manera cuantitativa y cualitativa la actividad motriz al niño, es esencial comprender el desarrollo de la motricidad en las primeras etapas de la vida. Las diferentes habilidades, como el control de los movimientos, el lenguaje y el control de los esfínteres, siguen trayectorias de desarrollo únicas. Cada línea evolutiva, incluido el desarrollo del motor, atraviesa una serie de etapas con una sucesión temporal que, aunque puede variar en términos de aceleración o retraso, sigue un patrón general.

En el desarrollo motor, observamos dos direcciones principales: céfalo-caudal (de la cabeza a la cola) y próximo-distal (del centro a la periferia). Por ejemplo, un niño no será capaz de saltar con un solo pie antes de adquirir la habilidad de agarrar objetos con las manos. Además, el desarrollo del sistema nervioso central (SNC) sigue una dirección inversa, de caudal a cefálico, donde las estructuras más inferiores, como la médula y los centros subcorticales, se desarrollan antes que las estructuras corticales superiores responsables de la elaboración táctica.

En cuanto al desarrollo coordinativo, la capacidad de realizar movimientos progresa de la cabeza al tronco, luego a los miembros superiores y finalmente a los miembros inferiores. Siguiendo la dirección próximo-distal, las estructuras cercanas al eje medio del cuerpo se desarrollan antes que las más alejadas. Por ejemplo, al acercarse a un objeto, un niño moverá primero los hombros y el codo, y posteriormente las muñecas y los dedos. De manera similar, en la locomoción prona, el control de las rodillas precederá al control de la pantorrilla y el pie.

Como se observa, la motricidad humana es un proceso articulado de manera diversa, con la intervención y cooperación de varios sistemas que comienzan a funcionar en la vida fetal. En los primeros momentos de la vida fetal y posteriormente en la vida neonatal, la motricidad se estructura sobre la base de reflejos, guiada por la memoria genética. Esta memoria genética contiene información sobre comportamientos característicos de la especie humana y se transmite a través del genotipo al nuevo individuo. A medida que la motricidad humana evoluciona, pasa de formas elementales a formas más complejas, adquiriendo importancia en las fases de elaboración y en los sistemas de referencia y memoria histórica.

La memoria histórica almacena datos relacionados con la vida experimentada y comienza a formarse a partir de las primeras experiencias. La evolución de la motricidad humana se atribuye parcialmente a las transformaciones biológicas del organismo, especialmente de las estructuras nerviosas y musculares vinculadas al crecimiento, y parcialmente a las demandas impuestas por la vida en sociedad en sus diversas formas.

A través de la práctica deportiva, se realizan demandas que promueven manifestaciones motoras de alto nivel y perfección, lo que aporta un valor formativo significativo. Estos niveles superiores de rendimiento motor no serán alcanzables sin la integración de los diversos sistemas responsables de guiar y regular el movimiento.

Los factores coordinativos fundamentales, que operan de manera conjunta, son los precursores de las habilidades motoras avanzadas y se analizan por separado.

Los factores coordinativos fundamentales son:

  • Capacidades coordinativas potenciales
  • Funciones sensorio-motoras
  • Automatismos motores

CAPACIDADES COORDINATIVAS POTENCIALES:

Al nacer, el individuo presenta, desde el punto de vista motor, un conjunto de posibilidades latentes que ya lo caracterizan, siendo un legado genético. Estas capacidades potenciales, aunque aún no se manifiestan, constituyen premisas para futuros desarrollos que pueden ocurrir en diversas direcciones. Estas posibilidades abarcan aspectos como la capacidad de ritmo, equilibrio, reacción, diferenciación espacial y temporal, frecuencia de movimiento, entre otros.

Estas capacidades potenciales representan el fundamento para la guía y regulación motora. Se refieren a la habilidad de integrar información proveniente de uno o más analizadores en una síntesis precisa y, al mismo tiempo, anticipar un espectro de posibles coordinaciones motoras. En cuanto a estas capacidades potenciales, la intervención pedagógica es nula en su estado inicial.

CAPACIDADES COORDINATIVAS CONDICIONALES

Desde el nacimiento, el individuo se ve expuesto a una variedad de estímulos ambientales que estimulan su coordinación y contribuyen a formar lo que llamaremos la memoria condicional. Esta memoria condicional se refiere a la capacidad de modular, calculando en las señales previas de los receptores periféricos, el tono y la contracción de todos los sectores musculares, ajustándolos constantemente a las demandas de postura y movimiento del sujeto.

La capacidad coordinativa, por lo tanto, depende de la colaboración directa entre el sistema perceptivo y el sistema neuromuscular ejecutivo, ambos capaces de integrarse de manera independiente al sistema de desarrollo táctico.

FUNCIONES SENSOREO MOTORAS

Las expresiones más elevadas de la motricidad permiten al individuo realizar adaptaciones o modificaciones necesarias en la vida social. Se pueden definir como actos técnicos-tácticos elementales, ya que para llevarlos a cabo:

  • Se reciben y analizan estímulos del entorno.
  • Se recurre a una pequeña capacidad coordinativa potencial y se analiza en función de las experiencias motrices previas.
  • Se elabora la coordinación motora más adecuada para alcanzar el objetivo.
  • Se concretan mediante el uso de capacidades condicionales.

El desarrollo de las funciones sensoriomotoras implica la expansión y el perfeccionamiento de las capacidades condicionales. Esta actividad abarca un amplio período de tiempo y tiende a comenzar a una edad muy temprana, dependiendo de la disciplina deportiva involucrada.

AUTOMATISMOS

Los automatismos son movimientos caracterizados por un circuito neuronal bien definido que se forma con repeticiones y fortalecimiento de los vínculos funcionales entre las células cerebrales. En las primeras ejecuciones de un movimiento, la inseguridad proviene de la falta de definición en la corteza cerebral del «sendero» de neuronas por el cual debe avanzar el estímulo que controla la secuencia de contracciones musculares necesarias. Con la repetición, se fortalecen los vínculos y se amplía la zona de inhibición en la corteza circundante, estableciendo un automatismo.

Estos automatismos son gestos voluntarios de alta precisión que requieren el control consciente de la voluntad para iniciar o detener el movimiento. La ventaja de los automatismos radica en que, al liberar la atención consciente, permiten enfocarse en funciones sensoriomotoras superiores (tácticas) o ejecutar gestos adicionales de manera simultánea.

Articulo inspirado en autor Luis F. Muchaga

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